Dimension personal de Rosario Valpuesta

 

Rosi, la quinta en una familia de siete hermanos, destacó desde muy pequeña, tal como la recordamos, por su bien perfilada personalidad, que no necesitó de la protección de los mayores, ni buscó los beneficios de ser la menor de las niñas. Desde pequeña, y fortalecida con el paso del tiempo, era muy segura de si misma, en sus aciertos, en sus errores, y en el reconocimiento de estos. De nuestro padre sacó su inquietud intelectual, su encanto en las relaciones personales y su vocación jurista. De nuestra madre, además de esa finura en los rasgos, era de las hermanas la de mayor parecido físico, su hondura en el sentir sin palabras, que tantas veces vimos en las dos. Pasaron los años y nuestra hermana creció en edad, saber y gobierno, pero esas huellas, talladas en la infancia alegre de una familia numerosa, siempre la hemos seguido viendo en Rosi. Más allá de su proyección pública, de la que sabíamos sobre todo por la prensa, hasta el final fue la quinta de siete. Pero los rasgos de su personalidad se habían ido fortaleciendo y enriqueciendo. Su capacidad de comprensión no conocía límites, sus opiniones estaban bien sustentadas y, sobre todo, su disponibilidad para dar, sin esperar nada, era absoluta para con nosotros su familia. Todos nosotros, en uno u otro momento, tenemos algún recuerdo de esto último. También este rasgo, la elegancia en el dar lo aprendimos en casa. Más al final, en los momentos difíciles, nos sorprendió su fortaleza. Aprendió a no emprender batallas inútiles, a mirar más allá del horizonte y, como ella decía, cuando no tenía soluciones simplemente a dar cariño.

 

Su personalidad se ha visto plenamente desarrollada como madre, donde, como bien decía, nace el amor sin condiciones. Por encima de todo generosa nos ha inculcado el valor de tener un proyecto en esta vida, el cual hay que desarrollar desde el respeto pero manteniéndonos firmes a nuestros principios y convicciones, luchando siempre contra toda injusticia. Hemos heredado su pasión por viajar, por conocer personas, lugares y culturas nuevas y diferentes, con ella hemos descubierto pueblos y ciudades donde ha dejado su huella imborrable. Nos ha enseñado a amar la diversidad y a luchar contra la desigualdad. Nos ha transmitido la importancia y la necesidad del conocimiento, de la curiosidad, de la reflexión, de descubrir, de crear pensamiento, de la honestidad en las palabras y la responsabilidad con nuestros hechos, de los afectos, de los amigos y de la familia, pues siempre nos repetía que la mayor herencia que le dejaron sus padres fueron sus hermanos, y así lo ha hecho también con nosotros. Ella nos ha enseñado a ser valientes, a no tener miedo a la vida ni a vivirla. 

 
 
Esta es nuestra Rosi, la que recordamos y queremos seguir recordando, que nos dio buenos ejemplos, nos enseño tantas cosas y por encima de todo nos quiso y la quisimos.